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Socios en los Goya

Durante estos 25 años, la Plataforma Nuevos Realizadores ha ido sumando socios a sus filas. Socios con grandes cortometrajes a sus espaldas, que han llegado a ser premiados en los Goya o, incluso, a ser nominados en los Oscar. Para homenajearles, la PNR ha preparado dos sesiones en las que se proyectarán algunos de estos trabajos.

Antonio Conesa fue uno de los primeros socios que resultó nominado a los premios de la Academia española, en 1993. Fue gracias a Huntza, un cortometraje que aborda los efectos del conflicto terrorista vasco en la sociedad guipuzcoana. Para ello se sirve de tres perspectivas distintas: un joven que presencia el asesinato de un amigo mientras se encuentran en un bar, la muerte de un guardia civil y la disciplina a la que se haya sometido un joven integrante de un comando etarra.
A pesar de la delicadeza del tema que aborda, la pieza logró varios galardones, aunque se quedó a las puertas del Goya. Cinco años después, un corto de Conesa volvió a resultar nominado,Campeones, pero tampoco logró el cabezón. En ambas ocasiones, Juan Vicente Córdoba, socio de la PNR, se encargó de la producción de las piezas. Sin embargo, Córdoba también ha estado nominado como director de cortometrajes. Es el caso de Entre víasYo soy de mi barrio.
Uno de los contrincantes de Conesa en 1993, y el que le arrebató el premio, fue otro socio de la PNR: Álvaro Fernández Armero. El columpio, protagonizado por Ariadna Gil y Coque Malla, se alzó ganador con una posible historia de amor entre dos jóvenes que esperan a que llegue el metro.

Extracto de ‘El columpio’, protagonizado por Ariadna Gil y Coque Malla.

Justo un año después, el socio Santiago Segura, ese actor y director tan conocido ahora por Torrente, se alzaba con el Goya a mejor cortometraje gracias a Perturbado. Fue una de sus primeras producciones y, como es habitual en él, trató a un personaje asocial, extraño y maníaco. El propio Segura interpretaba a un chico solitario obsesionado con el sexo que se convierte en el asesino de una mujer y comienza a ser tratado por un grupo de psiquiatras.
Roberto Lázaro fue también galardonado en la década de los noventa (en 1997), gracias a La viga, un cortometraje de alto contenido político que representa la visión de la escuela por el poder a finales del siglo XIX. Lázaro no sólo fue premiado por la Academia, sino que triunfó en Portugal y América, alcanzando una gran notoriedad allá donde se presentó.
Para finalizar la década y el siglo XX, Pilar García Elegido (asesora de cine de la Comunidad de Madrid desde 2004) logró el Goya a mejor cortometraje documental por Confluencias. La directora se trasladó a Cuba y rodó durante la Bienal de Arte de La Habana, con el objetivo de capturar la relación con el arte contemporáneo con la memoria.

‘Confluencias’, pieza ganadora en 1999

Ya en el año 2001, Ana Martínez Martínez logró el cabezón en la categoría de cortometraje de ficción por Pantalones.  A través de una pieza de cine experimental, la directora denuncia la discriminación que sufren las mujeres en el ámbito laboral. En tan sólo cuatro minutos, se presentan a dos mujeres que hablan del excelente currículum de un hombre, que lo convierte en el candidato ideal para un puesto de trabajo, y dos hombres, de la preparación de una mujer, que, a pesar de ser excelente, no será suficiente para contratarla.
Tres años después, fue Daniel Guzmán el galardonado, con Sueños, un cortometraje producido por el socio César Martínez. El conocido actor mostraba a dos niños en una azotea durante una tarde de verano disfrutando de su tiempo libre tirando huevos a los transeúntes mientras que hablan del futuro. Guzmán logró además con esta pieza la Espiga de Oro al mejor cortometraje en la Seminci de Valladolid.

Natalia Millán protagoniza ‘El Paraguas’

Alberto Ruiz Rojo fue el siguiente premiado de la PNR en los Goya. Ocurrió en 2005 y fue porDiez minutos, un corto en el que el protagonista tiene el tiempo que el título indica para convencer a la operadora de su compañía telefónica de que le facilite un número marcado desde su móvil, para así recuperar al amor de su vida. Ruiz Rojo, que obtuvo numerosos premios con esta pieza, algunos en el extranjero,  quiso criticar la sociedad en la que nos encontramos, donde prima la comunicación, pero falta el contacto directo entre las personas.
Los años 2008 y 2009 fueron excelentes para los socios de la PNR. En el primero, Lucina Gil obtuvo el Goya a mejor cortometraje documental por El hombre feliz, en el que ironiza sobre las razones de la felicidad mediante el personaje de Pepe Perea Perdigones, un hombre de 74 años residente en Alcorcón que no posee grandes cantidades de dinero o disfruta de una vida social trepidante.
Al año siguiente, fueron dos socios los que resultaron ganadores de los premios de la Academia. En la categoría de cortometraje documental, Ángel Loza por Héroes, no hacen falta alas para volar, que retrata la vida de Pascal Kleiman, un Dj francés residente en España que nació sin brazos. En la de ficción, Isabel de Ocampo lo consiguió con Miente, un relato que aborda el tráfico ilegal de mujeres a través de una prostituta del este de Europa que roba una flauta para regalársela a su hermana. De Ocampo logró también el premio a mejor corto en el Festival Cinespaña de Toulouse.

Natalia Millán protagoniza ‘El Paraguas’

Las dos pasadas ediciones de los Goya también trajeron muchas alegrías a los socios de la PNR, ya que estuvieron nominados Esteban Crespo y Eduardo Cardoso. El primero se hizo con el galardón gracias a Aquel no era yo, que fue también nominado a los Óscar. Un cortometraje sobre la vida de un niño soldado de una región africana y el encuentro con una cooperante española que viaja a la zona con su pareja para rescatar a estos pequeños. Cardoso estuvo nominado por El paraguas de colores, un cortometraje financiado mediante crowdfunding en el que Natalia Millan protagoniza a una mujer que decide seguir a su marido tras sospechar que oculta algo.